viernes, 18 de septiembre de 2009

¿Qué los une? ¿Qué los separa?

Tinelli, Stolviser, Sofovich, Carrio, Romay, Legrand, Kunquel, Macaya Marques, D`lia, Morales Sola, Deangelis, Rial, Persico, Grondona, Pergollini, Juez, Maradona, Reutemann, Fernandez, etc. etc. etc...
¿Que los une?
La hipocresía de una sociedad adolescente que no se permite así misma detenerse en un instante de reflexión y auto crítica, formada en el oscuro pretender que el otro se haga cargo y con la verba siempre presta a la opinión sin conocimiento de causa.
¿Que los separa?
El compromiso real de querer ser alguna vez una nación.
Los intereses sectoriales, como tales separan en su origen a grupos con distintas necesidades y reclamos. Eso es lógico. Pero ahora bien debe de existir por encima de ellos un interés común y este debería estar signado por una conciencia colectiva de nación.

Significativo es ver como va mutando de manera vertiginosa nuestra lengua.
No es de menospreciar este punto dado que es la forma que tiene la humanidad de comunicarse y por consiguiente de entenderse.
En menos de dos años pasamos del "bueno nada" al "tipo na", del "mato loco" al "obvio", del "esta re bueno" al "bien mal", del "a ver digo" (entrecomillado con un gesto de los índice y medio de cada mano) al "¿perdón?", y así podríamos extendernos infinitamente ya que a diario surgen nuevas muletillas para decir la misma cosa de diferentes maneras.
Mientras que en España que nos ha heredado un riquísimo idioma que no necesita cambiar el sentido de las palabras para expresarse. Para decir que algo es "lindo" dicen "lindo" y para magnificarlo dicen "muy lindo" y de esa manera se entienden tanto hombres como mujeres, jóvenes y ancianos, obreros y empresarios, etc. desde siempre. No quiere decir que no haya algunos códigos que sectores de la sociedad manejen, pero en lo colectivo hablan en el mismo idioma. Motivo por el cual, quizás, lograron entenderse cuando firmaron el pacto de la Moncloa.

Es la cultura tan indispensable para un pueblo como el alimento.
No fue lo mismo para el pueblo comprender el sentido de la revolución cuando alimentaba el espíritu escuchando a Homero Esposito diciendo:
Trenzas,
seda dulce de tus trenzas
luna en sombra de tu piel
y de tu ausencia
trenzas,
nudo atroz de cuero crudo
que me ataron a tu mudo adiós.

O a Discepolo en Tormenta decir:
¡Dios! para no odiar
al mundo que me desprecia
por que no aprendo a robar
y entonces de rodillas
hecho sangre en mis guijarros
moriré con vos ¡feliz señor!.

Y solo con citar algunos de los grandes poetas populares que cotidianamente introdujeran en el pueblo cantidades escandalosas de poesía sin discriminar y concientes de que lo popular no tiene porque ser vulgar podemos acercarnos a la idea de pensar en la diferencia de criterios que puedan surgir de frases tales como "se te ve la tanga" o "colate un dedo cabezona".
No es minimizando los efectos como se pueden resolver las causas. El sentir y el hacer son una misma cosa ya que todos vivimos y actuamos como pensamos.
De ninguna manera se debe entender por distinto al hecho producido desde la razón sin que haya tenido que ver al sentimiento ligado estrechamente, en lo colectivo, al pensamiento.
Es mucho más simple de lo que se cree. Si yo pienso desde mi, creo una atmósfera individual. Si en cambio, lo hago desde nosotros, el sentido es universal.
Lejos de basar estas palabras en la inocencia se trata de hacerlo en la conciencia de la igualdad y el respeto hacia el otro. Si somos iguales ante la ley debemos, entonces, serlo ante todo. Y sobre todo ante nuestros pares: la sociedad.
Semejante declaración de principios tiene como objetivo situarnos en un punto de partida para la discusión colectiva de los temas que nos atañen a todos.
La memoria es la fundación de la historia. Es la fuente de datos junto con lo documentado lo que permite escribir las páginas de libros que van a servir para la formación de futuras generaciones. Pero es el hombre y su pensamiento el que va a dirigir el resultado de los acontecimientos de manera tal que permita exaltar los triunfos y derrotas de acuerdo a su entender. Por eso es necesario actuar desde lo colectivo y permitir que la memoria actúe objetivamente en la interpretación de los hechos sobre todo en los que nos son contemporáneos.
La mediocridad a la que nos expone la individualidad nos coloca en un abismo con una sola salida, hacia adelante.
Es hora de pensar en los males endémicos que sufre nuestro pueblo mientras se destrozan sin tregua días preciosos que deberían estar destinados a la búsqueda de soluciones concretas a verdaderos flagelos que destruyen hora tras hora a lo que mejor tenemos: nosotros mismos.
El hambre, la mala educación, la droga, la contaminación, la corrupción, etc. han ido avanzando por debajo, mientras que en la superficie peleamos por temas que impone el momento y ciega, por la ambición, a sus protagonistas.
Soja, trigo, maíz, girasol, carne, leche, frutos que la madre naturaleza puso en el suelo agraciado de nuestra patria.
Hambre, desigualdad, injusticia, enfrentamientos, frutos de una sociedad sectorizada que no retrocede un ápice en sus infantiles y hasta a veces imbéciles pretensiones de creer que solo importa lo que a mi me atañe.
Un destino de nación no se construye desde la mezquindad.
Un sector en solo eso. Un sector.
Un estado somos todos por el bien común. y no únicamente para recibir los posibles beneficios sino para ejercer la responsabilidad colectiva del control y el compromiso real de llevar adelante las políticas que sean necesarias para el desarrollo del conjunto en el que hay que saber entregar para poder luego recibir.
Por eso, si entendemos que un gobierno constituye un poder circunstancial vamos a entender, también, que es absolutamente perfectible si nos comprometemos y estamos dispuestos a la generosidad en las ideas y la prudencia en las palabras.

Ricardo Mario Pedernera

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